EL MIRADOR DEL AHORCADO

Una casona que tragedia, infortunio, muerte y locura.

◉ RHM BUENOS AIRES
6 min readDec 27, 2019

S e comenta en el Barrio de San Cristobal en #BuenosAires, que solo los que no conocen esta historia se atreven a mirar hacia arriba las noches lluviosas, y que corriendo el riesgo de encontrarse con el fantasma del ahorcado merodeando el mirador de la casa. 👻

Esta historia nos remonta a principios del siglo XX, exactamente al año 1926, cuando una familia se muda a esta Casona de varias plantas, ubicada sobre la transitada Av. Entre Ríos al 1081 en San Cristobal de Buenos Aires. La familia estaba integrada por un hombre alias “el tuerto”, un ex tirador del ejercito (el cual había perdido su ojo izquierdo en una batalla) y su mujer, una ex militante del movimiento anarquista y sus mellizos adolescentes.

Se sabe, que esta llamativa residencia fue construida en 1922 por el reconocido Arq. Virgilio Colombo, a pedido del entonces empresario conocido como Sr. Anda, el cual contaba con un local comercial y dos accesos. En la planta baja vivia una familia de inmigrantes. Algunos decian que era un señor de origen Húngaro ( con un pasado militar en Europa, de la cual había desertado en África, por asesinar a un superior durante un juego de mesa). En su escape conocería a María, una española que despachaba un almacén al norte de Marruecos, perteneciente a un musulmán y al cual luego de conocer al Hungaro, lo habrían matado para robarle sus pertenencias y escapar juntos, llegando al puerto de Buenos Aires en 1893 y fruto de esa relacion tuvieron una hija.

No obstante, al poco tiempo, las familias entablaron relaciones de amistad, los hombres solían mantener largas charlas sobre batallas y armas, el tuerto era propietario de una armería en el barrio de San Nicolás y en sus ratos libres se recluía en el palomar de la casona, el mismo tenia anexo en la terraza junto con un mirador con techo a cuatro aguas, desde donde se veía gran parte de la ciudad.

Las Mujeres desprejuiciadas, se relacionaban con mucha familiaridad, accediendo permanentemente una a la casa de la otra por los pasillos internos, conviviendo como familia.

Los jóvenes de ambas familias estaban largas horas juntos, y no paso tiempo hasta que los dos hermanos quedaran prendados por la belleza de la picara adolescente.

Otra vecina de este edificio “la Valenciana”, le atribuian ese apodo por sus rasgos europeos y por ser muy agraciada de belleza, jugaba constantemente a conquistar a los mellizos. Uno de los, que era más extrovertido, fue el primero en robarle un beso. Esto no fue suficiente para que la joven le entregara su corazón, lejos de eso, se propuso seducir al segundo mellizo, al cual su extrema timidez lo mantenía alejado de cualquier intento de aproximación. Con el tiempo ellos serian conscientes que compartían el amor por la joven Valenciana.

Este perverso juego a dos puntas de la joven, logro crear una rispidez entre los mellizos que desencadenarían en hechos espurios sucedidos durante la noche del 17 de mayo de 1927.

Se dice que ese mismo martes por la noche, en la ciudad de Buenos Aires se había desatado una tormenta infernal, las rafagas de vientos golpeaban contra las ventanas de los pisos más altos, por donde entraban los refucilos de los relámpagos y los truenos retumbaban en el ambiente.

Uno de los mellizos desde un rincón del cuarto observaba dormir a su hermano, y al parecer en su cabeza recordaba una frase de su padre “en el amor y la guerra todo se vale”. Es cuando entre sueños, su hermano dormido nombra a la Valenciana, acompañado de una sonrisa picara.

El mellizo despierto no pudo contener su ira y comienza a apretar su cuello de su hermano mellizo, cuando abre sus ojos desorbitados y sin comprender ni ofrecer mayor resistencia fallece a manos de su pariente sanguíneo.

El asesino, luego de un minutos de observar el cuerpo de su hermano mellizo fenecer en la cama, entra en razón de todo lo sucedido y se da cuenta que no había solución alguna.

En silencio sube por las escaleras de servicio hasta la terraza, mientras tranto, encuentra una soga para colgar la ropa, la lluvia no era incesante y la noche era iluminada por los destellos de los relámpagos. Ya en el mirador pasando por el palomar, del cual deja la reja abierta, con la ayuda de un tacho de pintura, realiza un nudo con la soga y lo pasa por las vigas del techo, pasa la soga por el cullo de su hermano y con firmeza patea el tacho, dejando el cuerpo de su hermano balanceandose en el aire …

Al dia siguiente, la madre va al cuarto de los mellizos para despertarlos, pero solo encuentra el cuerpo sin vida de uno de los mellizo. Sus gritos se escuchan en toda la casona, el Padre “el tuerto” corre a socorrerla, luego de ver la escena y sin comprender lo sucedido comienza a recorrer la casa en busca del otro mellizo. Pero su búsqueda es en vano, parece que el joven se esfumo en la noche, una idea cuza por su cabeza y decide subir a la terraza, mientras trepa los escalones, advierte un silencio fuera de lo normal, a esa hora los buchones suelen hacer su barullo característico. Una vez en el lugar ve el palomar vacío, y con solo mirar hacia arriba, nota como el cuerpo de su otro hijo se mecía al compás del viento en lo alto del mirador.

Impresionado por toda esa imagen, y a pesar de haber visto horrores en la guerra, el corazón de el tuerto no resiste y cae desplomado sobre las baldosas mojadas, a las puertas de su palomar. En ese instante y con los vecinos de la cuadra de testigos, sobre la terraza de la Casa Anda, sobrevuelan decenas de aves salidas de sus nidos. La gente de a poco se amontona para ver el inexplicable espectáculo que dan las aves, los incautos transeúntes no dan crédito. No tarda en llegar la policía alertada por los gritos que salen de la casa. Junto a estos ingresa un medico, vecino de la casa, que es llevado a la terraza para socorrer al Tuerto aunque ya era demasiado tarde.

El hungaro y la Valenciana, espectadores privilegiados, no tardan en sospechar que la causa de tal desgracia tendría que ver con su hija adolescente.

La madre de los mellizos al descubrir la muerte de su otro hijo y su marido, intenta arrojarse desde el balcón hacia la vereda, la policía y el medico frustrarían su intento, y con la ayuda de dos enfermeros, es trasladada en ambulancia con un cuadro de desequilibrio emocional.

Vecinos del edificio decian que los restos de los 3 hombres de la familia fueron inhumados en el cementerio de la Chacarita, al entierro asistieron varios vecinos del barrio y algunos amigos de la familia, también estaba presente la hija del Hungaro y la Valenciana, vestida totalmente de negro y tapando todos sus atributos en respeto absoluto a la muerte de sus vecinos, junto a sus padres que escuchaban los murmullos de los concurrentes comentado la culpa de su hija en el desarrollo de los acontecimientos.

Se presume que la joven que habia asistido de negro, pocos años después de lo sucedido, huyo un domingo rumbo a Brasil, con un paraguayo carnicero, jugador y mujeriego, que imitaba en su look a los tangueros de la época, y tambien era inquilino del local que pertenecía a la propiedad.

Su padre, luego de buscar al indeseable yerno por cielo y tierra con intenciones de matarlo, se marchó junto a la Valenciana con paradero desconocido, quizás para algun pueblo del gran Buenos Aires para empezar una nueva vida, despues de tanta tragedia.

La madre de los mellizos siguió viviendo sola en la gran casona de Av Entre Rios, que poco a poco se iba deteriorando al igual que su salud mental. Algunos vecinos comentaban que la veian largas horas mirando desde la ventana del cuarto que había sido de sus hijos, y donde muchos años mas tarde encontrarían su cuerpo en avanzada descomposición y parcialmente devorado por roedores.

Con el correr del tiempo el edificio llegó a tener varios propietarios, uno de ellos, utilizaba la propiedad como templo unbanda y sobre los cuales se a regado innumerables rumores sobre las actividades allí realizadas.

Hoy la casa de la Av, Entre Ríos 1081 permanece en pie, abandonada, tapiada, y con aspecto tenebroso. Dos cabezas de leones, testigos silenciosos de esta historia custodian el ingreso a la casona.

Lo que parecia ser una casona de la Belle Epoque porteña, hoy solo encierra historias de tragedia, infortunio, muerte, locura y brujería …

La misma es una leyenda urbana, cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia.

Fotografía : Franco Vega

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